Adiós dulces diecisiete, agradezco tanto cada enseñanza, cada caída,
y todas esas cosas buenas que me hiciste vivir.
Adiós a la mejor época de mi
vida.
Antes creía que tener diecisiete significaba tener aventuras como en los
libros, con los clichés más típicos y lindos del mundo. Era falso y sin embargo
me encantaron las aventuras y tragedias que traías con los días.
Llore.
Reír.
Fui un lobo solitario por solo
una milésima de segundo hasta que logre encontrar a mi manada.
Tan diferente.
Tan extraña.
Única.
Aprendí que no debía de juzgar a
la gente antes de cruzar unas cuantas palabras. Alejar a las malas compañías de
mi lado y llenarme de paz…
Sonreír por un nuevo día, por mi
nueva oportunidad, sin preocuparme de las críticas o comentarios.
Abrazar hasta asfixiar a los
amigos, y hacer nuevas tradiciones con un par de películas semanales.
Gracias a ti, me enseñe a
quererme tal cual soy. Tan perfectamente imperfecta… Sentirme tan linda ante el
espejo sin necesidad de un alguien.
Me pude dar cuenta de quienes
estaban siempre para mí en todo momento, y quienes me dieron la espalda cuando
lo necesitaba.
Hablar entre susurros a la luna esperando su
ayuda…
Las sorpresas presentes, los
buenos recuerdos entre filas, libros y un jardín…
Los paisajes mágicos que me
dejaste ver… y la importancia de una taza de café en plena tarde.
Aquella tarde de verano donde
alcance a conquistar mi sueño más preciado, y gritar hasta sangrar por la
canción que cantábamos a coro.
Gracias por todo.
Hola Crystal.
ResponderEliminarQue hermosas palabras, muy sabias ademas. Me sentí muy identificada, aunque hace años que ya no tengo 17. Uno piensa que va a ser de una forma y acaba siendo de otra, tal vez mejor de lo que creíamos. Me alegro que los hayas disfrutado tanto y que vengan años muy hermosos para ti.
Un beso.